Cuarta entrega.
Por MiTre
Quedó dicho hace una semana: el uso del control remoto habida cuenta el servicio de TV fue casi absurdo. Demasiadas repeticiones. Entonces, el sexagenario que sigue encerrado (pero intacto en todo sentido), por la pandemia que produjo el Covid 19 aprovechó el tiempo para la lectura.
El estado de las cosas permitió que el tiempo abunde. Y sabido es que si hay tiempo las bondades de la lectura se profundizan. Cuando el tiempo no alcanza el lector debe buscarlo para dar cabida a su buen hábito. Así aparecen algunos lugares de la casa como refugio (el baño, por ejemplo) para, por un rato, leer. Cuando el tiempo alcanza (en las vacaciones, por ej.), el ritmo de lectura es más sostenido; pero se corta en un momento. Ahora cuando el tiempo abunda (como en este periodo), leer se vuelve casi un vicio. Se puede elegir mañana, tarde o noche. Buscar un libro, empezara leer, dejarlo y arrancar otro y así una serie de variantes.
El sexagenario encerrado arrancó con novela policial y fue la colección de Agatha Christie la que le sirvió para retomar el hábito de la lectura sostenida en casa. Luego llegaron más autores. En su mayoría nacionales, algún extranjero y temas puntuales de una historia reciente del país. Así las cosas los libros fueron y son casi ideales para pasar el tiempo.
Definitivamente el sexagenario avanzó con la lectura en estos días de pandemia…, y encierro. El consumo de libros (del sexagenario) aumentó como pasatiempo. También hubo y hay momentos de ocio absoluto con la cara al sol. Pero eso será tema para otra entrega.